noviembre 27, 2006

ORHAN PAMUK, EL MEMORIOSO



Pamuk es, por analogía, el "otro" de Borges. Tres temáticas se repiten de manera obsesiva y enigmática: el misterio del yo y sus fantasmas; la memoria de los individuos y las ciudades; los significados ocultos del mundo. Su obra es de una riqueza literaria y filosófica excepcional. Para leer y releer.



Orlando Mejía Rivera*


Papel Salmón. La Patria / Manizales


Que extraña obra la de este nuevo premio Nobel de literatura, el turco Orhan Pamuk. Conocedor de la literatura occidental y de la oriental, ha logrado construir un estilo narrativo que se nutre de autores tan diferentes como los rusos Tolstoi y Dostoyevsky, el argentino Borges, el italiano Italo Calvino, el norteamericano Faulkner, el dublinés Joyce, los franceses Flaubert y Proust, el inglés Carroll, los poetas anónimos que redactaron Las mil y una noches , los místicos persas Ibn Arabi, Rumi, Mevdana, los escritores turcos Kemal, Rasim, Kocu y Tampinar. Además, de su profunda influencia pictórica que lo hizo creer en su vocación de pintor adolescente y que se ve ahora reflejada en una prosa visual, donde la maestría de las descripciones de los paisajes, las personas y la arquitectura de su natal Estambul me ha hecho recordar las mejores páginas de Proust y de Walter Benjamin.



Las antiguas tradiciones de los derviches del sufismo hablan, entre otros temas, de las simetrías ocultas del universo y de los seres humanos. Luego de leer las novelas El libro negro , Me llamo Rojo , Nieve y de las memorias tituladas Estambul, ciudad y recuerdos , encuentro que Pamuk es, por analogía, el "otro" de Borges y los cuentos del argentino tienen un equivalente en las voluminosas novelas del turco. Tres temáticas se repiten de manera obsesiva y enigmática en estas obras de Pamuk: el misterio del yo y sus fantasmas; la memoria de los individuos y las ciudades; los significados ocultos del mundo. La narrativa de Pamuk es literatura para hundirse en el misterio de la existencia humana, para combatir la superficialidad de una época que ha intentado suprimir todos los secretos y las ambigüedades de las personas y de las sociedades.



Estambul



Estambul es recreada en su pasado, en su presente y en sus dimensiones interiores. Al leer su libro de memorias comprendemos mejor las motivaciones estéticas y éticas del escritor. Su ciudad es un tejido de recuerdos que se funde con su biografía. El niño que imaginó que otro Pamuk habitaba otro barrio de la ciudad, es la propia alma escindida de la capital que respira nostalgia por el pasado esplendoroso del imperio Otomano y siente rabia y confusión por un presente de pobreza y suciedad, donde las presencias fantasmales de la Constantinopla cristiana y la Estambul musulmana no han logrado encontrar la armonía de los triunfos y las derrotas del pasado. Quizá, por ello, Pamuk insiste en la "amargura de las ruinas" que todos los ciudadanos de Estambul sienten al caminar por sus callejuelas y barrios. Esta amargura se ha convertido en una categoría estética que se asume con orgullo nacionalista, pero que en el fondo muestra la incapacidad de su pueblo para aceptar la desaparición de la grandeza imperial del pasado y surge ese sentimiento colectivo de fragilidad y negación de lo que Turquía ha sido y puede llegar a ser.


Sin embargo, la desazón del narrador se transforma en fascinación cuando recuerda el Bósforo, que es el brazo del mar Muerto que rodea la ciudad. Allí Pamuk logra plasmar fragmentos de prosa poética que superan a todo lo que he leído, incluso por encima del Danubio de Magris. Esta obsesión por las aguas del Bósforo hace que su personaje Cell, el cronista de Estambul del Libro Negro , imagine con temor que cuando las aguas se sequen los ciudadanos contemplarán los restos de las civilizaciones que han conformado el espíritu de la ciudad y sólo seguirá el desastre y las epidemias. Es decir, el Bósforo es para Pamuk una especie de talismán que ha protegido a la ciudad de las fuerzas destructivas de los propios turcos. Por ello dice en sus memorias: "Frente a la derrota, a la opresión, a la amargura y a la pobreza que pudren por dentro la ciudad, el Bósforo está unido en lo más profundo de mi mente a sensaciones de unión a la vida, de entusiasmo por vivir y de felicidad".




La búsqueda de sí mismo



Galip, el protagonista del Libro Negro , es un joven abogado que busca a su esposa y prima Ruya, quien se ha marchado de la casa sin decir por qué ni con quién, aunque aparece la sospecha de que haya sido con su medio hermano, el famoso cronista Cell. Su búsqueda por la Estambul de los años cincuenta lo lleva a descubrir una ciudad simbólica dentro de la ciudad exterior: esa que soñaron en el siglo XIII los hurufíes y su líder Fazlallah de Esterabad. Los artículos de Cell son claves para que los encuentre, y a la vez un camino iniciático para que Galip descubra que detrás del mundo visible hay otro mundo de "geografías metafísicas" donde cada cara tiene sus números secretos y ningún objeto o circunstancia es casual. Es decir, Pamuk ha logrado de manera profunda y amena, introducir en las coordenadas estéticas de la novela moderna occidental las tradiciones esotéricas del sufismo de los legendarios derviches persas, que Occidente conoció a comienzos y mediados del siglo XX por la presentación que hizo Gurdjieff y Ouspensky de los "fragmentos de una enseñanza desconocida". Galip penetra en la Estambul mística de los hurufíes y se le revela una enseñanza arcana: nadie puede ser él mismo, porque no somos uno solo, sino un "ejército de yoes" que habita de manera contradictoria nuestra mente.



Lo histórico y lo político



En Me llamo Rojo , Pamuk nos traslada al Estambul del siglo XVI donde se comete el crimen de un ilustrador, maese Donoso, y la novela comienza con la propia voz del muerto diciendo: "Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo". Dilucidar quién lo mató es el núcleo de la trama, pero en realidad la historia es una incursión en la evolución del retrato en la pintura occidental y oriental, y en la influencia que tuvo el Islam en el rechazo a las iconografías. Pero también es una historia de amor tomada de la tradición otomana.



En Nieve , el versátil Orhan nos lleva al pueblo fronterizo de Kars en la Turquía de los años noventa. Allí llega el poeta Ka, exiliado político en Alemania durante varios años, para averiguar por los suicidios de jóvenes musulmanas, que se negaron a despojarse del velo que cubría su cara para poder ingresar a los establecimientos de educación. Pero también Ka va en busca del amor de Ipek, una antigua compañera de universidad, y de manera inesperada siente que: "El silencio de la nieve me acerca a Dios". La nevada tapa las carreteras y se produce un golpe de estado local, para evitar que el partido Musulmán llegue a la alcaldía del pueblo en las elecciones. Todo esto sirve de marco para que Pamuk construya diversos personajes que representan las distintas tendencias políticas de su Turquía natal: los nacionalistas republicanos, los proeuropeos, los musulmanes, los ateos, los indecisos, los socialistas, las guerrillas kurdas, las minorías étnicas.



Acá la maestría de Pamuk radica en que no toma partido por ninguno, sino que deja hablar a todas las voces ideológicas y religiosas que existen en su patria. Lección de polifonía narrativa y de librepensamiento que hace de la literatura un verdadero nicho de inteligencia, tolerancia y libertad, en un mundo envilecido que ha vuelto a la justificación del sectarismo y de la violencia. El asesinato del poeta, varios años después de los hechos, en una calle de Frankfurt es un episodio que estremece, cuando el propio Pamuk ha sido amenazado por extremistas de distintas tendencias políticas.



En síntesis, La obra de Orhan Pamuk es de una riqueza literaria y filosófica excepcional y creo que se volverá un auténtico clásico viviente. Hace muchos años no había encontrado una voz narrativa tan singular y brillante. Presiento que será un autor para leer, releer y soñar. Pamuk, como Funes el memorioso del cuento de Borges, parece que no olvida nada de lo que ha leído, vivido y de la herencia genética de su sangre oriental y occidental. Pero a diferencia de Funes, piensa y une poéticamente la trama oculta de las simetrías del universo en sus novelas y personajes.



*Escritor.



Premios nobel de Literatura en los últimos 20 años



2006 Orhan Pamuk Turquía

2005 Harold Pinter Gran Bretaña

2004 Elfriede Jelinek Austria

2003 J.M. Coetzee Sudáfrica

2002 Imre Kertész Hungría

2001 V.S. Naipaul Reino Unido

2000 Gao Xingjian China

1999 Günter Grass Alemania

1998 José Saramago Portugal

1997 Dario Fo Italia

1996 W. Szymborska Polonia

1995 S. Heaney Irlanda

1994 Kenzaburo Oe Japón

1993 T. Morrisson Estados Unidos

1992 D. Walcott St. Lucía

1991 Nadine Gordimer Sudáfrica

1990 Octavio Paz México

1989 Camilo José Cela España

1988 N. Mahfúz Egipto

1987 J. Brodskij Estados Unidos

1986 W. Soyinka Nigeria

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy leyendo El libro negro y estoy fascinado. Jamás había leído nada semejante. Me siento como un niño en un laberinto, con la expectativa creciente ante cada nuevo giro en el camino. Sé que Orahn me conduce hacia alguna parte, pero aún no adivino adónde. Tal vez a mí. Entre tanto, soy Galip y soy Celal y soy Mevlana -y busco a Ruya, busco a Shams, me busco a mí-, con todo, sigo siendo Carlos, sentado en mi habitación con libros en Xalapa, Veracruz, México. Marzo 29, 2008.

ran438 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ran438 dijo...

Leo por primera vez una obra de Pamuk con "Estambul: memorias y recuerdos". Quiero conocer Turquía y a través de estas páginas me he acercado al testimonio de un estambulí, sin la visión de las tarjetas postales o de la publicidad turística, sino de quien ha habitado Estambul y se ha dejado habitar, corriendo por él el Bósforo melancólico y cargado de memorias (Carlos Vega, Caracas)