noviembre 20, 2006

ENTRE ESCRIBIENTES Y ESCRITORES

"La gloria o el mérito de ciertos hombres consiste en escribir bien; el de otros consiste en no escribir": Jean De La Bruyére

María Jimena Duzán

El síndrome de Bartleby (02 de Enero de 2006)


Después de haber sobrevivido al Año Nuevo, sin duda un acto heroico inapelable, resulta aún más pertinente comenzar el 2006 reconociendo que no hay hazaña más audaz en este mundo contemporáneo que el de ser un escritor. Y no me refiero a los "escribientes", como bien los llamaba el implacable Roberto Bolaño en referencia a los escritores best sellers estilo Isabel Allende, que han convertido su oficio en una fábrica de hacer historias tan predecible como perecedera, sino a escritores de verdad, que no transigen en su creación, que no se someten a los argumentos mercantilistas que imponen hoy las editoriales, más afanadas en amañar los premios literarios a las inversiones que hacen en los autores de moda, que en publicar audacias literarias.


Mi homenaje va para aquellos escritores que no pertenecen a los grandes circuitos literarios, que han escrito sus obras sin tener agentes, que no vienen de ganarse ninguno de esos premios comerciales y que sin embargo siguen deslumbrándonos con sus historias. Me refiero a un Fernando Vallejo, riguroso en su misión de escritor; a un William Ospina, un poeta que al no poder vivir de la poesía, aventuro yo, tuvo que hacer lo mismo que Roberto Bolaño, otro poeta que perdimos por falta de presupuesto, e incursionó en la novela con la fortuna de haber escrito una historia como la de Ursúa, a sus 51 años; o como el propio Bolaño, que nunca perdió el norte literario ni se desanimó ante el hecho de que su obra no fuera reconocida por las editoriales, como ya lo es después de su prematura muerte. Tampoco en vida fue un escritor de éxito y Seix Barral no quiso publicar en su momento su primera novela (Los detectives salvajes).


Por no hablar de escritores colombianos, acaso menos conocidos, como Julio Paredes, Hugo Chaparro, Enrique Serrano, Gonzalo Mallarino, Antonio Ungar o Carolina Sanín, discípulos silenciosos de otro gran escritor, el catalán Enrique Vila-Matas, poco conocido en estas latitudes pero considerado un autor de culto entre toda una generación de nuevos escritores latinoamericanos como César Aira, Juan Villoro, Rodrigo Fresán o nuestro Héctor Abad.


Vila-Matas, siempre tan audaz, se ha atrevido a hacer un libro para explicar el síndrome de "Bartleby". Una enfermedad literaria que toma su nombre de un personaje que aparece en un relato de Herman Melville, un oficinista gris que jamás ha ido a ninguna parte, que nadie sabe si va o viene, ni si tiene o no parientes en este mundo; solo se sabe que cuando alguien le pide que cuente algo sobre su vida, responde siempre con esta frase, ya emblemática en esos seres en los que habita una profunda negación del mundo: -Preferiría no hacerlo.


Muchos son los escritores que han dejado de publicar después de haber escrito solo una obra o dos, como sucedió con Rimbaud, quien escribió su única obra a los 19 años, o como Juan Rulfo, quien luego de Pedro Páramo y Llano en llamas se sumió en el silencio. En el caso de Rimbaud, cuenta Vila-Matas, su pasión por escribir terminó cuando se le acabaron sus alucinaciones. Y cuando a Rulfo le preguntaban por qué había dejado de escribir, él siempre le echaba la culpa a la muerte de su tío Celerino, que, según él, era quien le contaba las historias. Otros escritores que no pudieron volver a escribir, no tuvieron tanta suerte. Muchos terminaron en el manicomio, cuando no muertos en vida.


Aquí en Colombia, un típico caso del síndrome de Bartleby, relativamente reciente, es el de Antonio Caballero, quien luego de escribir una novela cumbre (Sin remedio), no ha vuelto a publicar ninguna. Y cuando a Caballero le preguntan que por qué solo ha escrito una novela, responde con esta frase, característica de los escritores que transitan siempre por el laberinto del no: -Porque en realidad la novela era una excusa para escribir un poema.


A todos esos escritores héroes de este tiempo mis mejores deseos.

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