marzo 11, 2008

"TODOS, EN ALGUN MOMENTO, HEMOS SUFRIDO EXCLUSIÓN": ALONSO CUETO




- "El susurro de la mujer ballena" fue una de las novelas finalistas en el premio Planeta- Casamérica de narrativa Iberoamericana 2007.

- Este escritor peruano intenta trasmitir el dolor y el sufrimiento que deja la moda y las exigencias sociales.


Por Camilo Argüello Benítez

Tan alto que parece vivir encorvado como un signo de interrogación, Alonso Cueto es un hombre de carácter parsimonioso, movido no sólo por los temas que excitan, preocupan e identifican la cultura de su natal Perú, sino por otros tan universales como el tortuoso mundo de Rebeca, la mujer ballena.

Analítico de la obra de su compatriota Mario Vargas Llosa, este escritor de manos gruesas, largas y facciones serias, se confunde a lo lejos con un hombre tímido y hermético, impresión que cambia simplemente con estrecharle la mano.

En su oficio de escritor Cueto ha sido distinguido con el premio Wiracocha, por su novela El Tigre Blanco; de la distinción alemana Anna Seghers, por la totalidad de su obra; del premio Herralde, distinción entregada por la editorial Anagrama por su obra La hora azul; becado en la Fundación Guggenheim para escritres y finalista del Premio Planeta-Casa de América 2007 por su novela "El susurro de la mujer ballena".

Un balance nada despreciable en el difícil mundo de la escritura en el que muchos publican pero pocos agradan al lector.

A los 14 años, poco después de la muerte de su padre, Cueto incursionó en el género del cuento y la poesía, y para escapar de esa época traumática que debió afrontar por la tempranera ausencia del autor de sus días, el novel escritor recurre a los escritos de César Vallejo, experiencia literaria que le permite comprender que, de alguna manera, su corta existencia se reflejada en las palabras de esas obras.

"La literatura tiene la capacidad de expresar experiencias profundas, esenciales, y no importa que Vallejo haya muerto hace muchos años, su obra está latente y deja enseñanzas como me las dejó a mi. Definitivamente, el descubrimiento de la muerte me llevó a buscar en las palabras una compensación", se confiesa.


LA MUJER BALLENA


Hablar de Rebeca, la mujer ballena, le relaja el rostro de muchacho envejecido y cano, lo obliga a reacomodarse en la silla y confesar su creencia en que los escritores narran autobiografías, "porque son temas que conocen de cerca".

Hoy, a sus 53 años de edad, dice que el oficio de escribir es un striptice al revés, un acto mediante el cual el artista se tapa a medida que avanza su obra, experiencia que ha vivido.

"El susurro de la mujer ballena" es una novela que ahonda el corazón de los seres excluidos por el físico o su forma de pensar.



Cueto admite que tiene mucho de cada uno de los personajes, que la exclusión es un azote especialmente en los colegios por el tema del cuerpo, la forma de hablar o de vestir, "son mini sociedades".

Sin embargo, para él la exclusión es una ventaja. Sentirse apartado de la sociedad le permite escribir historias y estar seguro de que no existe mayor compañía que una hoja y un bolígrafo mientras viaja en el taxi, durante un vuelo trasatlántico o el sol de la mañana quew ilumina el estudio de su casa.

"REBECA SOY YO"

- "El susurro de la mujer ballena" es una novela que describe rasgos de la exclusión. ¿Qué tanto se alimentó Rebeca de sus experiencias?

Yo tengo mucho de cada uno de los personajes y creo que todos tenemos algo de ella: la mujer ballena. Todos, en algún momento hemos sufrido exclusión. Hoy, podemos ver como en los colegios están los líderes, los sometidos, los esclavos y quienes están al margen de todo.

-¿De dónde salió la mujer ballena?

Hace dos años mi mujer me dijo que había visto un programa de televisión que reunió un grupo de ex alumnos de colegio. Uno de ellos era un chico del que todos se burlaban. Él les dijo a sus ex compañeros de clase, 25 años después, que sus burlas eran terribles.

Eso me pareció interesante y comencé a trabajar en una novela basado de dos ex compañeros. Después decidí que fueran dos mujeres porque salía más interesante. Las mujeres viven más plenamente las relaciones.


- La narración de la novela es narrada en primera persona por una mujer ¿Cómo fue esa transformación de género?

Tomé el punto de vista de la amiga de Rebeca, una mujer que tiene su vida resuelta. Hablaba en voz alta mientras releía y mi esposa me ayudó un poco. Así logramos una novela de exploración a la violencia que deja el pasado en nuestras vidas. Me parece que muchas personas no sobreviven a sus recuerdos.

- ¿Cuál es el susurro de la mujer ballena?

Bueno, la novela termina con un susurro. En el título quería mostrar la contradicción del personaje, la mujer ballena con su cuerpo descomunal pero capaz de un gesto tan ligero como una voz muy baja. Creo que ese título expresaba el contraste del personaje con el cuerpo enorme y el alma sensible.

Un amigo dijo encontrar su susurro, pero en verdad eso es algo que se lo dejamos a los lectores.

- Hablando de lectores, ¿cómo califica los suyos?

Creo en el lector general. Esos son temas para los estudios de marketing. Cuando trabajaba en una empresa me dijeron ‘queremos llegar a un tipo de lector, hombre, de 35 a 40 años, que tiene un auto’. Yo creo que uno escribe en relación con uno mismo, para dar la versión de su vida en este mundo y darle un carácter que sea permanente.

Soy sincero: las mejores compensaciones que he tenido como escritor es cuando la gente dice o me escribe que algo escrito por mí, lo ayudó a sentirse menos solo, que su vida y la de algunos de los personajes tiene similitudes con ellos.

EL ESCRITOR

- Su nombre es popular en el mundo de la literatura ¿Cumple con alguna exigencia antes de escribir?

Cuando uno se sienta a escribir es como cuando uno sale de viaje, sabes que tienes un itinerario que no se va a cumplir, tienes una brújula que no funciona. Sales y empiezan los personajes a actuar, tú los acompañas, juegas con ellos. Lo más importante para mí -antes de crear- es la exploración, entrar un poco en la selva, abrir trocha, ver qué pasa, qué descubro, qué aparece. Sólo me exijo eso, pues escribo en los taxis, en los vuelos, en los cafés, en cualquier parte donde me lleguen la ideas.

- Exclusión es una palabra estigmatizada, pero debe tener algo positivo ¿qué puede ser?


Para mi es una gran palabra. El escritor es un personaje excluido por definición y eso es bueno porque uno debe ser un observador, alguien que mira las cosas desde afuera y que justamente no pertenece a un clan sino que es un testigo, un individuo, un solitario. La soledad es esencial, el dolor, el silencio.

- ¿Cuando sabe Alfonso Cueto que ha terminado una novela?


Soy un corrector posesivo, recuerdo la frase que decía ‘yo no escribo, yo corrijo’. Hay textos terminados y otros abandonados. No sé porqué uno decide que ha acabado, no hay una razón, tal vez es cuando sentimos que se encontró la verdad oculta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente libro del compatriota. Lo recomiendo definitivamente.
Saludos
~lau

Anónimo dijo...

Cuidado, en el título hay una falta bastante llamativa. 'Exclusión' es con x.

V. Menco Haeckermann dijo...

Eso es bueno de la exclusión: No hay nada más aburrido que llegar a hacer una crónica a algún lugar y que todo el mundo te note.

Saludos.

VMH.

Anónimo dijo...

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